El papel de la inspección en la mejora de la calidad educativa.

La reflexión sobre la calidad de la educación, es fiel reflejo de  una inquietud internacional y nacional que pone el acento sobre diferentes factores del sistema educativo, entre los que destaca la labor docente y el ejercicio de la función directiva.

Los estudios internaciones (entre ellos, McKinsey “How the  world’s best performing schools systems come out on top”)  destacan la importancia del profesorado  como principal factor de calidad del sistema educativo. A su vez, señalan que la función directiva (citamos a título de ejemplo los estudios de la IEA: International Association for the Evaluation of Educational Achievement, la OCDE o la UNESCO), es un elemento que influye directamente en la mayoría de las variables intrínsecas que más inciden en el rendimiento de los alumnos.

 Autores como Shelton (2011), resumen la importancia de ambas variables “Los estudios científicos confirman que entre las distintas influencias que ejerce el centro sobre el aprendizaje del  alumnado, el liderazgo del director es la segunda en importancia, tras la enseñanza en el aula, que es el primer factor”

En España a nivel legal se recoge esta reflexión, en nuestra normativa, que viene a señalar que los poderes públicos prestarán una atención prioritaria al conjunto de factores que favorecen la calidad de la enseñanza y en especial la cualificación y formación del profesorado y la función directiva, a los que añade, entre otros, la investigación, la experimentación y la renovación educativa (artículo 2.2 de la LOE).

La investigación, la experimentación y la mejora continua de los procesos de enseñanza correspondiente, se configura como una de las funciones del profesorado (artículo 91 de la LOE), siendo competencia de los directores ejercer la dirección pedagógica, promover la innovación educativa e impulsar planes para la consecución de los objetivos del proyecto educativo del centro (artículo 132 de la LOE).

 Introducir cambios, que conduzcan a la mejora, en los centros educativos son tareas de las direcciones y de los equipos docentes. Como afirma uno de los grandes expertos del movimiento de Mejora de la Escuela, Michael Fullan (2000), el cambio escolar depende de lo que los profesores hagan y piensen; es tan sencillo y tan complejo como eso. Técnicamente se utiliza el término de “cultura escolar” para recoger el conjunto de elementos que forman lo que los docentes hacen y piensan.

Los procesos de cambio, de innovación, de renovación, son procesos grupales, de trabajo en equipo, de colaboración y de participación. Pueden afectar a diferentes ámbitos (convivencia, metodología, evaluación…) y es en ellos donde la inspección educativa puede ejercer una influencia en la mejora continua de los centros educativos, a través del ejercicio de la función de supervisión de la práctica docente y de la función directiva (artículo 151 de la LOE).

Richland señala que: «la innovación es la selección, organización y utilización creativas de recursos humanos y materiales de maneras nuevas y propias que den como resultado la conquista de un nivel más alto con respecto a las metas y objetivos previamente marcados». Por tanto, cualquier novedad o reforma, no es innovación. A lo que se puede añadir que cualquier innovación debe encajar en el marco normativo.

Hoy, la Inspección educativa tiene un importante papel en estos procesos. A la Inspección le corresponde aportar el criterio experto a los profesores, a las direcciones de los centros y al profesorado. “Ejercer una supervisión orientada a la consecución de la mejora supone priorizar el desarrollo de la función de asesoramiento y apoyo a los centros y al profesorado para conseguir crear en los centros escolares unas condiciones organizativas, sociales y culturales que faciliten el desarrollo de las propuestas de innovación y cambio» (Miranda Martín, 2002).

Para conseguir este objetivo y para obtener resultados óptimos por parte del inspector que supervisa la práctica docente y la función directiva es importante primeramente que venza las barreras a la que se puede enfrentar,  utilizando la comunicación como algo significativo, en los procesos de supervisión.

 Alfred Kadushin, al definir cuáles son las condiciones del supervisor eficaz, cita una serie de características que podríamos trasladar al ejercicio profesional de un inspector o de una inspectora de educación para incidir, en el ejercicio de sus funciones, en la mejora escolar.

Podemos destacar las siguientes:

1.- Disponer de una gran competencia profesional al ayudar al supervisado en su trabajo. Siendo capaz de integrar las necesidades de productividad de la institución con las necesidades socioemocionales de los profesionales de los centros educativos.

2.-Proyectar una actitud de confianza y establecer relaciones positivas hacia el supervisado que facilita la optimización de la autonomía y la seguridad del supervisado.

3.-Poseer una orientación resolutiva de los  problemas con los que se enfrenta la Institución, basada en el consentimiento y la cooperación derivada de la participación democrática. Nunca deben aplicarse técnicas autoritarias ni impositivas.

4.-Es capaz de proporcionar procedimientos estructurados y transferencia de buenas prácticas a los profesionales en relación con su trabajo en la institución o centro y con su práctica asistencial; también sabe realizar una devolución constructiva sobre la forma de trabajar del supervisado.

5.-Está siempre dispuesto a compartir su experiencia, a enseñar su práctica de manera que facilite un aprendizaje óptimo. Es tolerante con las críticas constructivas y no se defiende contra ellas.

El futuro de la Inspección pasa por fortalecer y adapptar una de las funciones que mejor define su existencia, la supervisión. Velando por el cumplimiento de la normativa y asesorando desde la posición de un actor privilegiado del sistema educativo, no sólo por la competencia profesional que se le presume sino por la información y aprendizaje que supone un permanente contacto con el profesorado en el ejercicio de su labor docente y la función directiva. La Inspección es una institución que aprende constantemente al observar, contrastar e intervenir en los centros de enseñanza

Por tanto, la inspección educativa también debe buscar un nuevo rol en el sistema educativo. Junto al ejercicio de la autoridad por posición (potestas) que le concede la normativa, debe ser capaz de ganarse la credibilidad (auctoritas) ante el colectivo docente, porque observan conocimiento, rigor y acierto en sus prácticas profesionales.

La competencia profesional de los inspectores e inspectoras de educación les convierte en un factor de factores de calidad (el artículo 2.2 de la LOE, cita a la inspección educativa entre los factores de calidad). Llamado a favorecer el ejercicio de la autonomía de los centros educativos al facilitar modelos de actuación en los que inspirarse para crear las condiciones de mejora de la calidad educativa, apoyando a los docentes innovadores y ofreciendo el encaje normativo que mejor se ajusta a sus pautas de actuación.

 

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